Este pequeño museo conserva objetos de la cultura tradicional de la isla anterior a la llegada del turismo. Está compuesto por dos edificios adyacentes conectados por un corral, en el que se puede ver una antigua noria de agua y objetos de tracción animal.
El primer edificio es típico de la nobleza rural, fue construido en el siglo XVII y, más tarde, perteneció al arquitecto Gabriel Alomar, que lo donó para convertirlo en museo. Además de mostrar la típica vivienda mallorquina, se encuentran expuestas herramientas agrícolas y cerámicas tradicionales desde el siglo XVIII al XX. El segundo edificio que encontraréis, cuenta con una representación de los oficios tradicionales: herrero, guarnicionero, zapatero, carpintero y platero, entre otros.
Una visita interesante si se quiere saber más sobre las costumbres de la isla.