Un lugar mágico en la costa de Andratx con magníficas vistas a la isla de Dragonera y en el que se encuentran las ruinas del monasterio de Trapenc. Alrededor del año 1810, un grupo de 40 monjes franceses llegó hasta aquí escapando de la Revolución Francesa y construyeron el monasterio. Eran monjes de la Orden Cisterciense, conducían una estricta observancia de los votos de pobreza, castidad y silencio y eran vegetarianos estrictos que dedicaron su vida a la oración. Dividieron el terreno en las características terrazas que se encuentran en otros puntos de la isla para plantar cereales, legumbres, verduras y árboles frutales.
Para acceder a este bonito lugar hay que caminar alrededor de una hora desde Sant Elm por el camino de Tomeuí.