Cuevas de Génova

Las Cuevas de Génova fueron descubiertas accidentalmente durante la construcción de un pozo en al año 1906. Están formadas por un entramado de galerías de origen calcáreo que están unidas por pasillos de formación natural, con una longitud de 1 km y 36 metros de profundidad. Aunque no sean tan grandes ni tan famosas como las Cuevas del Drach o dels Hams, las de Génova tienen una particular belleza natural, dada por el amplio espectro de colores minerales que se pueden observar y la gran concentración de formas peculiares que posee, como las numerosas speleothems coraloide, generalmente muy poco comunes y difíciles de encontrar. También hay una constante irrigación natural de agua dulce, aspecto que favorece un ambiente muy húmedo y fenómeno destacable respecto a las otras cuatro cuevas turísticas de la isla. Otro aspecto positivo es que al ser más pequeñas y menos conocidas, menos gente las visita, lo que crea un ambiente familiar en el que disfrutar tranquilamente de semejante espectáculo de la naturaleza.