Cala Molí

Una bonita cala rodeada por colinas y pinos, ésta podría ser un claro ejemplo de lo que te puede venir a la mente cuando piensas en las calas de Ibiza. No es muy grande, tiene unos 100 metros de largo y está casi siempre tranquila, incluso en julio y agosto. La razón podría ser porque no es de arena, está formada por pequeños guijarros, y el fondo también es de roca.

Por esa razón se está de maravilla, las piedrecitas pueden hacerse molestas, pero basta con llevar calzado adecuado si tienes los pies sensibles. Lleva contigo como mínimo unas gafas de bucear, estos sitios donde hay tanta roca en el fondo son siempre ideales para “investigar” y para ver toda la vida que hay bajo nuestras aguas.

El restaurante Cala Molí en la misma playa ofrece comida muy decente a precios adecudados, los mojitos son muy recomendables también.